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jueves, 30 de abril de 2015

El gato y los ratones (Jean de la Fontaine)


De Jean de la Fontaine


Un gato, llamado Rodilardo, causaba entre las ratas tal estrago y las diezmaba de tal manera que no osaban moverse de su cueva.
Así, con tal penuria iban viviendo que a nuestro gato, el gran Rodilardo, no por tal lo tenían, sino por diablo.
Sucedió que un buen día en que Rodilardo por los tejados buscaba esposa, y mientras se entretenía con tales cosas, reuniéronse las ratas, deliberando qué remedio tendrían sus descalabros.
Habló así la más vieja e inteligente:
-Nuestra desgracia tiene un remedio:
¡atémosle al gato un cascabel al cuello!
Podremos prevenirnos cuando se acerque,
poniéndonos a salvo antes que llegue.
Cada cual aplaudió entusiasmada; esa era la solución ¡estaba clara!
Mas poco a poco reaccionaron las ratas, pues ¿cuál iba a ser tan timorata?
¡Quién iba a atarle el cascabel al gato!

Así he visto suceder más de una vez -y no hablo ya de ratas, sino de humanos-: ¿a quién no lo han golpeado los desengaños?
Tras deliberaciones, bellas palabras, grandes ideas... y, en limpio, nada.

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EL ASNO INFELIZ (Félix María Samaniego)


De Félix María Samaniego

Yo conocí un Jumento
Que murió muy contento
Por creer, y no iba fuera de camino,
Que así cesaba su fatal destino.
Pero la adversa suerte
Aun después de su muerte
Le persiguió: dispuso que al difunto
Le arrancasen el cuero luego al punto
Para hacer tamboriles,
Y que en los regocijos pastoriles
Bailasen las zagalas en el prado,
Al son de su pellejo baqueteado.

Quien por su mala estrella es infelice,
Aun muerto lo será. Fedro lo dice.


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miércoles, 29 de abril de 2015

LA ZORRA Y EL CUERVO GRITÓN (Esopo)


De Esopo


Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol.

Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a halagar al cuervo, elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.

El cuervo, para demostrarle a la zorra que no Le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos.

La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:

- Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría realmente para ser el rey de las aves.

Moraleja: 
 Cuando te adulen, es cuando con más razón debes cuidar de tus bienes.


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EL ASNO CARGADO DE RELIQUIAS (Félix María Samaniego)

De Félix María Samaniego

De reliquias cargado,
Un Asno recibía adoraciones,
Como si a él se hubiesen consagrado
Reverencias, inciensos y oraciones.
 En lo vano, lo grave y lo severo
 Que se manifestaba,
Hubo quien conoció que se engañaba,
 Y le dijo: «Yo infiero
De vuestra vanidad vuestra locura;
 El reverente culto que procura
 Tributar cada cual este momento,
 No es dirigido a vos, señor Jumento, 

Que sólo va en honor, aunque lo sientas, 

De la sagrada carga que sustentas.»
 Cuando un hombre sin mérito estuviere
 En elevado empleo o gran riqueza,
Y se ensoberbeciere
Porque todos le bajan la cabeza,
 Para que su locura no prosiga
Tema encontrar tal vez con quien le diga:
«Señor jumento no se engría tanto;

martes, 28 de abril de 2015

LA ZORRA Y EL CUERVO HAMBRIENTO (ESOPO)


De Esopo


Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera, y viendo que los higos aún estaban verdes, se quedó en el sitio a esperar a que maduraran. 

 Vio una zorra al hambriento cuervo eternizado en la higuera, y le preguntó qué hacía. Una vez que lo supo, le dijo:

- Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas ilusiones, mas no de comida.

Moraleja: 
 Si tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con cosas inalcanzables. 


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lunes, 27 de abril de 2015

EL AMOR Y LA LOCURA (Félix María Samaniego)


De Félix María Samaniego 

Habiendo la Locura
Con el Amor reñido,
 Dejó ciego de un golpe
 Al miserable niño.
 Venganza pide al cielo
 Venus, mas ¡con qué gritos! 
Era madre y esposa:
Con esto queda dicho.
 Queréllase a los dioses,
 Presentando a su hijo:
 «¿De qué sirven las flechas,
 De qué el arco a Cupido,
 Faltándole la vista
Para asestar sus tiros?
 Quítensele las alas
Y aquel ardiente cirio,
Si a su luz ser no pueden
 Sus vuelos dirigidos.»
 Atendiendo a que el ciego
 Siguiese su ejercicio,
Y a que la delincuente
 Tuviese su castigo,
Júpiter, presidente
 De la asamblea, dijo:
 «Ordeno a la Locura,
 Desde este instante mismo,
 Que eternamente sea
De Amor el lazarillo.»


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LA ZORRA Y EL CANGREJO DE MAR (Esopo)


De Esopo

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.

Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.

Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:

- ¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra!

Moraleja: 
 Si intentas entrar a terrenos desconocidos, toma primero las precauciones debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no conoces.


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domingo, 26 de abril de 2015

EL AMO Y EL PERRO (Félix María Samaniego)

De Félix María Samaniego

«Callen todos los perros de este mundo 
Donde está mi Palomo; 
Es fiel, decía el Amo, sin segundo, 
Y me guarda la casa... 
Pero ¿cómo? 
Con la despensa abierta 
Le dejé cierto día: 
En medio de la puerta, 
De guardia se plantó con bizarría. 
Un formidable gato, 
En vez de perseguir a los ratones, 
Se venía, guiado del olfato, 
A visitar chorizos y jamones. 
Palomo le despide buenamente; 
El gato se encrespa y acalora; 
Riñen sangrientamente, 
Y mi guarda jamones le devora.» 
Esto contaba el Amo a sus amigos, 
Y después a su casa se los lleva 
A que fuesen testigos 
De tal fidelidad en otra prueba. 
Tenía al buen Palomo prisionero 
Entre manidas pollas y perdices; 
Los sebosos riñones de un carnero 
Casi casi le untaban las narices. 
Dentro de este retiro a penitencia 
El triste fue metido, 
Después de algunos días de abstinencia. 
Al fin, ya su señor, compadecido, 
Abre con sus amigos el encierro: 
Sale rabo entre piernas, agachado; 
Al Amo se acercaba el pobre Perro, 
Lamiéndose el hocico ensangrentado. 
El dueño se alborota y enfurece 
Con tan fatales nuevas. 
Yo le preguntaría: ¿Y qué merece 
Quien la virtud expone a tales pruebas?


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LA ZORRA Y EL HOMBRE LABRADOR (ESOPO)


De Esopo


Había un hombre que odiaba a una zorra porque le causaba algunos daños ocasionalmente.

 Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.

Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.

Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.

Moraleja: 
 Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano regresa en contra nuestra.


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sábado, 25 de abril de 2015

EL ÁGUILA Y LA ASAMBLEA DE LOS ANIMALES (Félix María Samaniego)


De Félix María Samaniego


Todos los animales cada instante
 Se quejaban a Júpiter tonante
De la misma manera
Que si fuese un alcalde de montera.
El Dios, y con razón, amostazado
Viéndose importunado,
Por dar fin de una vez a las querellas,
En lugar de sus rayos y centellas,
De receptor envía desde el cielo
Al Águila rapante, que de un vuelo
En la tierra juntó los animales
Y expusieron en suma cosas tales.
Pidió el león la astucia del raposo,
Este de aquél lo fuerte y valeroso;
Envidia la paloma al gallo fiero,
El gallo a la paloma lo ligero.
Quiere el sabueso patas más felices,
Y cuenta como nada sus narices.
El galgo lo contrario solicita;
Y en fin, cosa inaudita,
Los peces, de las ondas ya cansados,
Quieren probar los bosques y los prados;
Y las bestias, dejando sus lugares,
Surcar las olas de los anchos mares.
Después de oírlo todo,
El Águila concluye de éste modo:
«¿Tes, maldita caterva impertinente,
Que entre tanto viviente
De uno y otro elemento,
Pues nadie está contenta,
No se encuentra feliz ningún destino?
Pues ¿para qué envidiar el del vecino?»
Con sólo este discurso,
Aun el bruto mayor de aquel concurso
Se dio por convencido.

De modo que es sabido
Que ya sólo se matan los humanos
En envidiar la suerte a sus hermanos.


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LA ZORRA Y LA CARETA VACÍA (Esopo)


De Esopo


Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.

 La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:

- ¡ Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.

Moraleja: 
 No te llenes de apariencias vacías. Llénate mejor siempre de buen juicio.


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viernes, 24 de abril de 2015

EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO (FELIX MARIA SAMANIEGO)


De Félix María Samaniego

«Que me matan; favor»: así clamaba
 Una liebre infeliz, que se miraba
En las garras de una Águila sangrienta.
A las voces, según Esopo cuenta,
Acudió un compasivo Escarabajo;
Y viendo a la cuitada en tal trabajo,
Por libertarla de tan cruda muerte,
Lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida!
¿Por qué quitas la vida
A este pobre animal, manso y cobarde?
¿No sería mejor hacer alarde
De devorar a dañadoras fieras,
O ya que resistencia hallar no quieras,
Cebar tus uñas y tu corvo pico
En el frío cadáver de un borrico?»
Cuando el Escarabajo así decía,
La Águila con desprecio se reía,
Y sin usar de más atenta frase,
Mata, trincha, devora, pilla y vase.
El pequeño animal así burlado
Quiere verse vengado.
En la ocasión primera
Vuela al nido del Águila altanera,
Halla solos los huevos, y arrastrando,
Uno por uno fuelos despeñando;
Mas como nada alcanza
A dejar satisfecha una venganza,
Cuantos huevos ponía en adelante
Se los hizo tortilla en el instante.
La reina de las aves sin consuelo,
Remontaba su vuelo,
A Júpiter excelso humilde llega,
Expone su dolor, pídele, ruega
Remedie tanto mal; el dios propicio,
Por un incomparable beneficio,
En su regazo hizo que pusiese
El Águila sus huevos, y se fuese;
Que a la vuelta, colmada de consuelos,
Encontraría hermosos sus polluelos.
Supo el Escarabajo el caso todo:
Astuto e ingenioso hace de modo
Que una bola fabrica diestramente
De la materia en que continuamente
Trabajando se halla,
Cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
Y que, según yo pienso,
Para los dioses no es muy buen incienso.
Carga con ella, vuela, y atrevido
Pone su bola en el sagrado nido.
Júpiter, que se vio con tal basura,
Al punto sacudió su vestidura,
Haciendo, al arrojar la albondiguilla,
Con la bola y los huevos su tortilla.
Del trágico suceso noticiosa,
Arrepentida el Águila y llorosa
Aprendió esa lección a mucho precio:
A nadie se le trate con desprecio,
Como al Escarabajo,
Porque al más miserable, vil y bajo,
Para tomar venganza, si se irrita,
¿Le faltará siquiera una bolita?


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LA ZORRA QUE NUNCA HABÍA VISTO UN LEÓN (ESOPO)


De Esopo


Había una zorra que nunca había visto un león.

 La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó tan rápido como pudo.

Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.

Al fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.

Moraleja: 
 En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.


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jueves, 23 de abril de 2015

EL ÁGUILA Y EL CUERVO (FELIX MARIA SAMANIEGO)


De Félix María Samaniego


Una Águila rapante,
Con vista perspicaz, rápido vuelo,
Descendiendo veloz de junto al cielo,
Arrebató un cordero en un instante.
Quiere un Cuervo imitarla: de un carnero
En el vellón sus uñas hacen presa;
Queda enredado entre la lana espesa,
Como pájaro en liga prisionero.
Hacen de él los pastores vil juguete,
Para castigo de su intento necio.
Bien merece la burla y el desprecio
El Cuervo que a ser Águila se mete.
El viejo me ha dictado esta patraña,
y astutamente así me desengaña.
Esa facilidad, esa destreza,
Con que arrebató el Águila su pieza,
Fue la que engañó al Cuervo, pues creía
Que otro tanto a lo menos él haría.
Mas ¿qué logró? Servirme de escarmiento.
¡Ojalá que sirviese a más de ciento,
Poetas de mal gusto inficionados,
Y dijesen, cual yo, desengañados:
«El Águila eres tú, divino Iriarte;
Ya no pretendo más sino admirarte:
Sea tuyo el laurel, tuya la gloria,
Y no sea yo el cuervo de la historia!»


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LA ZORRA CON EL RABO CORTADO (Esopo)


De Esopo


Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.

 Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.

Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:

- Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿nos darías en realidad este consejo?

Moraleja: 
 Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien.


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miércoles, 22 de abril de 2015

DEMETRIO Y MENANDRO (FELIX MARIA SAMANIEGO)


De Félix María Samaniego



Si te falta el buen nombre,
Fabio, en vano presumes
Que en el mundo te tengan por grande hombre,
Sin más que por tus galas y perfumes.

Demetrio el Faleriano se apodera
De Atenas, y aunque fue con tiranía,
De agradable manera
Los del vulgo le aclaman a porfía.
Los grandes y los nobles distinguidos
Con fingido placer la mano besan
Que los tiene oprimidos;
Aun a los que en el ocio se embelesan,
Y la poltrona gente
Los arrastra el temor al cumplimiento.
Con ellos va Menandro juntamente,
Dramático escritor de gran talento,
Cuyas obras leyó, sin conocerle,
Demetrio. Con perfumes olorosos
Y pasos afectados entra. Al verle
Llegar entre los tardos perezosos,
El nuevo Arconte prorrumpió, enojado:
«Con qué valor se pone en mi presencia
Ese hombre afeminado?»
«Señor, le respondió la concurrencia,
Es Menandro el autor.» Al punto muda
De semblante el tirano;
Al escritor saluda,
Y con grata expresión le da la mano.


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LA ZORRA Y EL CHIVO EN EL POZO (ESOPO)


De Esopo


Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.

 Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena.

 Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.

Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir de allí.

Dijo entonces la zorra:

- Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.

Le creyó el chivo y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.

Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:

- ¡ Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!

Moraleja: 
 Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.


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martes, 21 de abril de 2015

CONGRESO DE LOS RATONES (Félix María Samaniego)

De Félix María Samaniego

Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio,
 Que después de las aguas del diluvio
Fue padre universal de todo gato,
Ha sido Miauragato
Quien más sangrientamente
Persiguió a la infeliz ratona gente.
Lo cierto es que, obligada
De su persecución la desdichada,
En Ratópolis tuvo su congreso.
Propuso el elocuente Roequeso
Echarle un cascabel, y de esa suerte
Al ruido escaparían de la muerte.
El proyecto aprobaron uno a uno,
¿Quién lo ha de ejecutar? eso ninguno.
«Yo soy corto de vista. Yo muy viejo.
Yo gotoso», decían. El concejo
Se acabó como muchos en el mundo.
Proponen un proyecto sin segundo:
Lo aprueban: hacen otro. ¡Qué portento!
Pero ¿la ejecución? Ahí está el cuento.


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