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domingo, 26 de abril de 2015

EL AMO Y EL PERRO (Félix María Samaniego)

De Félix María Samaniego

«Callen todos los perros de este mundo 
Donde está mi Palomo; 
Es fiel, decía el Amo, sin segundo, 
Y me guarda la casa... 
Pero ¿cómo? 
Con la despensa abierta 
Le dejé cierto día: 
En medio de la puerta, 
De guardia se plantó con bizarría. 
Un formidable gato, 
En vez de perseguir a los ratones, 
Se venía, guiado del olfato, 
A visitar chorizos y jamones. 
Palomo le despide buenamente; 
El gato se encrespa y acalora; 
Riñen sangrientamente, 
Y mi guarda jamones le devora.» 
Esto contaba el Amo a sus amigos, 
Y después a su casa se los lleva 
A que fuesen testigos 
De tal fidelidad en otra prueba. 
Tenía al buen Palomo prisionero 
Entre manidas pollas y perdices; 
Los sebosos riñones de un carnero 
Casi casi le untaban las narices. 
Dentro de este retiro a penitencia 
El triste fue metido, 
Después de algunos días de abstinencia. 
Al fin, ya su señor, compadecido, 
Abre con sus amigos el encierro: 
Sale rabo entre piernas, agachado; 
Al Amo se acercaba el pobre Perro, 
Lamiéndose el hocico ensangrentado. 
El dueño se alborota y enfurece 
Con tan fatales nuevas. 
Yo le preguntaría: ¿Y qué merece 
Quien la virtud expone a tales pruebas?


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