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martes, 18 de octubre de 2016

La contienda de los mosquitos - Tomas Iriarte



Diabólica refriega,
dentro de una bodega,
se trabó entre infinitos
bebedores mosquitos.
(Pero extraño una cosa:
que el buen Villaviciosa
no hiciese en su Mosquea
mención de esta pelea).
Era el caso que muchos,
expertos y machuchos,
con tesón defendían
que ya no se cogían
aquellos vinos puros,
generosos, maduros,
gustosos y fragantes
que se cogían antes.
En sentir de otros varios,
a esta opinión contrarios,
los vinos excelentes
eran los más recientes,
y del opuesto bando
se burlaban, culpando
tales ponderaciones
como declamaciones
de apasionados jueces
amigos de vejeces.
Al agudo zumbido
de uno y otro partido
se hundía la bodega,
cuando héteme que llega
un anciano mosquito,
catador muy perito,
y dice, echando un taco:
«¡Por vida del dios Baco!...
-entre ellos ya se sabe
que es juramento grave-,
donde yo estoy, ninguno
dará más oportuno
ni más fundado voto;
cese ya el alboroto.
A fe de buen navarro,
que en tonel, bota o jarro,
barril, tinaja o cuba,
el jugo de la uva
difícilmente evita
mi cumplida visita;
y en esto de catarle,
distinguirle y juzgarle,
puedo poner escuela
de Jerez a Tudela,
de Málaga a Peralta,
de Canarias a Malta,
de Oporto a Valdepeñas.
Sabed, por estas señas,
que es un gran desatino
pensar que todo vino
que desde su cosecha
cuenta larga la fecha,
fue siempre aventajado.
Con el tiempo ha ganado
en bondad, no lo niego;
pero si él, desde luego,
mal vino hubiera sido,
ya se hubiera torcido;
y al fin, también había,
lo mismo que en el día,
en los siglos pasados
vinos avinagrados.
Al contrario, yo pruebo
a veces vino nuevo,
que apostarlas pudiera
al mejor de otra era;
y si muchos agostos
pasan por ciertos mostos
de los que hoy se reprueban,
puede ser que los beban
por vinos exquisitos
los futuros mosquitos.
Basta ya de pendencia;
y por final sentencia,
el mal vino condeno;
le chupo cuando es bueno,
y jamás averiguo
si es moderno u antiguo».

Mil doctos importunos
(por lo antiguo los unos,
otros por lo moderno)
sigan litigio eterno;
mi texto favorito
será siempre el mosquito.



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